En el mundo empresarial, la insolvencia es una realidad a la que muchas empresas pueden enfrentarse en algún momento. Ante esta situación, la decisión de actuar de forma proactiva y acudir a un procedimiento concursal a tiempo puede marcar la diferencia entre la supervivencia o la liquidación definitiva del negocio.
Como abogado especializado en derecho concursal, mi objetivo es mostrar a empresas en dificultades financieras las ventajas de recurrir al concurso de acreedores de manera oportuna, como la herramienta que es lejos de su estigmatización, lo que puede permitir no solo salvaguardar el patrimonio, sino también facilitar la continuidad del negocio mediante un plan de reestructuración adecuado.
¿Qué es la reestructuración dentro del concurso de acreedores?
El concurso de acreedores es un procedimiento judicial que permite a una empresa en situación de insolvencia o a punto de estarlo, reorganizar su estructura financiera bajo la supervisión de un juez. El objetivo es evitar la liquidación y buscar, si es posible, una solución que permita la continuidad del negocio. Este procedimiento puede incluir la reestructuración de deudas, la venta parcial de activos y, en última instancia, la obtención de una viabilidad futura para la empresa.
Existen dos tipos de concurso: el voluntario, solicitado por la propia empresa, y el necesario, cuando son los acreedores quienes instan el procedimiento. Acudir voluntariamente, y a tiempo, al concurso puede proporcionar múltiples beneficios para la empresa y sus gestores.
Ventajas de acudir a un concurso de acreedores a tiempo
1. Protección del patrimonio empresarial: Uno de los principales beneficios de solicitar un concurso de acreedores es la posibilidad de salvaguardar el patrimonio de la empresa. Cuando una empresa se encuentra en dificultades financieras, los embargos y las ejecuciones por parte de los acreedores son inminentes. Sin embargo, al solicitar el concurso de acreedores, se activa la denominada “paralización de ejecuciones”. Esto significa que los acreedores no pueden continuar ni iniciar procedimientos individuales de cobro, lo que da a la empresa un respiro y permite analizar la situación con mayor calma.
Además, acudir de forma temprana al concurso permite evitar la pérdida descontrolada de activos valiosos que podrían ser esenciales para la continuidad del negocio o para su eventual reestructuración. En muchos casos, los tribunales pueden autorizar la venta de activos no esenciales bajo condiciones favorables, protegiendo al mismo tiempo los bienes que son clave para el funcionamiento de la empresa.
2. Acceso a un plan de reestructuración: Otra ventaja crucial de acudir a un procedimiento concursal a tiempo es la posibilidad de negociar un plan de reestructuración con los acreedores. Este plan puede incluir la refinanciación de deudas, quitas (reducción de la cantidad adeudada) y esperas (aplazamientos en los pagos), lo que permite a la empresa obtener un margen para reorganizar sus operaciones y mejorar su solvencia.
Si la empresa ha acudido a tiempo, las posibilidades de éxito en las negociaciones con los acreedores son significativamente mayores. Los acreedores estarán más dispuestos a aceptar condiciones favorables para la empresa, ya que su viabilidad futura aumenta las probabilidades de recuperación de la deuda. El plan de reestructuración puede incluir también la modificación de condiciones laborales, la revisión de contratos con proveedores y clientes, así como otras medidas que mejoren la competitividad de la empresa a largo plazo.
3. Evitar la responsabilidad personal de los administradores: Uno de los mayores temores de los administradores de una empresa en crisis es la posibilidad de ser declarados responsables personalmente por las deudas de la empresa, lo que puede llevar a la responsabilidad patrimonial personal. La legislación concursal en España establece que si los administradores no actúan con la diligencia debida, es decir, si no solicitan el concurso de acreedores dentro del plazo legal (dos meses desde que se constata la insolvencia), pueden ser responsables por las deudas de la sociedad.
Por ello, actuar a tiempo y solicitar el concurso voluntario no solo protege el patrimonio empresarial, sino también el patrimonio personal de los administradores, evitando así que puedan ser acusados de actuación negligente o fraudulenta.
4. Mejora de la posición negociadora: Al acudir a un concurso voluntario, la empresa conserva una mejor posición de control sobre las negociaciones. En este escenario, la empresa tiene la oportunidad de diseñar, junto con el administrador concursal, un plan de viabilidad que no solo satisfaga las necesidades de los acreedores, sino que también garantice la supervivencia del negocio. Este control es significativamente menor si el concurso es instado por los acreedores, ya que en tal caso la empresa pierde gran parte de la capacidad de decidir sobre su futuro.
5. Continuidad del negocio: Si se toma la decisión de actuar a tiempo y acogerse al concurso de acreedores, la empresa puede evitar el colapso total y continuar con su actividad. Muchas empresas creen que el concurso es un paso previo inevitable hacia la liquidación, pero en realidad, es una herramienta para la reestructuración y continuidad, siempre que se haga uso de ella de forma proactiva.
En la práctica, hemos visto numerosos ejemplos de empresas que, tras un concurso, no solo han logrado sobrevivir, sino que han salido fortalecidas y más competitivas. Este resultado es especialmente posible cuando la empresa solicita el concurso antes de que la situación se deteriore al punto de no retorno.
6. Reputación y confianza con acreedores y proveedores: Aunque entrar en concurso de acreedores puede parecer un estigma para la reputación de una empresa, la realidad es que, en muchas ocasiones, acudir a tiempo al procedimiento mejora la percepción de la compañía entre sus acreedores y proveedores. Estos actores clave ven con buenos ojos que la empresa haya optado por una solución estructurada y regulada para abordar sus problemas financieros, en lugar de dejar que la situación empeore hasta un punto irreversible.
Un plan concursal bien ejecutado puede, de hecho, mejorar las relaciones con los acreedores, quienes prefieren negociar sobre la base de un plan realista que les permita recuperar parte de su inversión, en lugar de enfrentar una liquidación que les generaría mayores pérdidas.
La importancia de actuar a tiempo
Un elemento clave que no debe subestimarse es el momento en que se decide acudir al procedimiento concursal. Muchas empresas retrasan esta decisión por miedo al estigma, falta de información o falsas esperanzas de que la situación mejorará por sí sola. Este error puede tener consecuencias graves. Cuanto más se tarda en actuar, más se deteriora la situación financiera, disminuyendo las opciones de reestructuración y aumentando la probabilidad de liquidación.
Al tomar la decisión de acudir al concurso en las primeras fases de la insolvencia, la empresa tiene más oportunidades de salvar sus activos esenciales y de negociar con los acreedores desde una posición menos comprometida. Esto aumenta exponencialmente las probabilidades de diseñar un plan de viabilidad realista y de garantizar la continuidad del negocio.
Conclusión
El concurso de acreedores, cuando se acude a tiempo y de manera proactiva, es una herramienta legal poderosa que permite a las empresas en dificultades financieras salvaguardar su patrimonio, reestructurar su deuda y garantizar su viabilidad a largo plazo. La decisión de actuar de forma temprana no solo protege a la empresa, sino también a sus administradores, empleados y demás partes interesadas.
Si tu empresa está atravesando dificultades financieras, es esencial que busques asesoramiento legal especializado para evaluar las opciones disponibles y tomar medidas antes de que la situación sea irreversible. El concurso de acreedores no es el fin, sino una oportunidad para empezar de nuevo bajo condiciones más favorables y con una estructura financiera saneada.
Pedro Fernández Manso
Experto en LSO, asesoría empresarial, derecho concursal y reestructuraciones
Abogado Colegiado ICAO 5531
Economista Colegiado CEA 1441